Durante la última década, estudiantes y profesores de la Facultad de Arquitectura de la UNAM han diseñado y construido obras reales. Se trata de un logro poco común para las escuelas en México, donde por lo general se diseñan proyectos utópicos. Todas las obras han sido realizadas para atender necesidades de comunidades rurales, las cuales pocas veces cuentan con los servicios de profesionales o especialistas. Cuatro de estas obras se presentan en el pabellón de México en la Bienal de Venecia, inaugurado el pasado 26 de mayo.
Escuelas rurales
Dos de las obras en el pabellón son escuelas realizadas por el Taller Max Cetto, en Xilitla, San Luis Potosí y en Sabino de San Ambrosio, Querétaro. Ambas escuelas fueron construidas de manera participativa con los padres de familia en estas comunidades, y contaron con apoyo de CONAFE.
Las escuelas de Xilitla y San Ambrosio responden a que hay aun rezagos en infraestructura educativa en el país, y sugieren que las universidades pueden ayudar a atenderlo. Su construcción con materiales y conocimientos de construcción locales hace referencia directa a las aulas rurales autoconstruidas en todo el país bajo la dirección del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. El aula rural fue una de las obras con mayor impacto social en el siglo XX en México; el trabajo de la UNAM recupera sus aprendizajes.
Intercambio de conocimientos
En el municipio Pensamiento Liberal Mexicano, estudiantes y profesores de los talleres Cetto y Leduc, junto con la Universidad de Turín y Archintorno, diseñaron y construyeron un Centro Microregional de Tecnologías Sustentables. Se trata de una estructura de dos pisos; en la planta baja, los muros son de tierra apisonada, y la planta alta es de madera.
Los estudiantes y arquitectos introdujeron técnicas para hacer muros de tierra, y aprendieron de los miembros de la comunidad cómo cosechar madera de manera sustentable y construir con ella. Este intercambio de conocimientos ilustra los beneficios del trabajo colaborativo con comunidades, y sirve como modelo para otros trabajos.
En el caso de la Vivienda transitoria para migrantes, un dormitorio para trabajadores de una plantación de café en el sur de Chiapas, los universitarios introdujeron técnicas de construcción en bambú. La intención es que otras viviendas en la zona comiencen a construirse con este material.
Manuales para multiplicar experiencias
Más allá de las obras realizadas, quizás la mayor aportación de los equipos de trabajo de la Facultad de Arquitectura son tres manuales que sintetizan sus experiencias de trabajo con comunidades. El objetivo de estos documentos es comunicar los aprendizajes obtenidos en la realización de distintos proyectos para que otros puedan hacer obras reales.
Uno de los manuales está dirigido a estudiantes. El segundo enseña a comunidades organizadas cómo acercarse a las universidades, y el tercero explica qué participación pueden tener organizaciones civiles en la realización de proyectos arquitectónicos y de infraestructura. En meses próximos, quienes participaron en la preparación de estos manuales los presentarán en distintas universidades.
Los documentos que se presentan en el pabellón de México forman parte de una larga tradición de comunicación de conocimientos técnicos para la multiplicación de experiencias positivas. Entre los más antiguos se encuentran El manual del campesino (1936) y La cartilla de la vivienda (1954), que se exhiben también en Venecia.
Además, pueden ligarse a otros proyectos realizados con la participación de estudiantes universitarios, como los realizados por el Taller Activo de Querétaro—coordinado por Alfonso Garduño—y con experiencias del Laboratorio de arquitectura básica de Juan Casillas desde la Universidad Iberoamericana.
